24 Ene Breve historia del ASADO
El principio fue un poco desastre, no era fácil aquello, puesto que no se sabía cómo encenderlo. Eran las tormentas y chispas del “cielo” las que prendían la llama. Era tal el poder que descubrimos en aquel lejano principio, que hasta en las tribus existía un “guardián del fuego” encargado de que nunca se apagara.
Pero aprendimos, y descubrimos que algunos alimentos, en especial la carne, mejoraban y mucho:
- Más jugosa y húmeda por dentro.
- Crujiente y de textura mucho más apetecible.
- Algunas que no se podía comer crudas, se convirtieron en manjares.
- No era necesario usar grasas o aceites para cocinarla.
Fue un gran salto en la alimentación, que nos hizo más fuertes y preocuparnos por mejorar.
Por no extendernos demasiado, en otro momento compartiremos cómo se llegó al horno con su chimenea, después de tantas casas ahumadas, leña desperdiciada y algún que otro disgusto.
Al final con el tiempo, la cocción de la carne exponiendo al calor del fuego o las brasas, lentamente y de forma uniforme es un resumen de beneficios. Nuestro asado proporciona proteínas, aminoácidos esenciales, zinc, fósforo, hierro, menos grasa, pocos carbohidratos y hasta un 70% de agua.
Volvemos a la comida saludable, y por ende, a una de las apuestas del Rececho.
Nosotros, damos una vuelta más, y lo puedes disfrutar con seguridad y cómodamente en nuestro salón, o si lo prefieres, llámanos y te lo preparamos para que lo hagas en tu mesa. Sólo nos tienes que decir que prefieres, cochinillo, lechal, la hora a la que lo quieres, y lo tendrás en su punto para recogerlo.
No esperes para disfrutar de una mesa presidida por un saludable asado. Nuestros guardianes del fuego lo preparan para ti, y de paso tienes una historia que contar con más de medio millón de años.
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